«El Informe de Riesgos Globales 2025 del
Foro Económico Mundial confirma esta percepción, ubicando los eventos climáticos extremos como el principal riesgo global en la próxima década», sostuvo el líder asesor en Clima y Sostenibilidad para América Latina y El Caribe de
Marsh, Rodrigo Suárez.
Y es que los datos, según el ejecutivo, son contundentes. «El 62% de los expertos globales anticipa un futuro «tormentoso o turbulento» en los próximos 10 años, con los eventos climáticos extremos liderando las preocupaciones», detalló.
Aseveró que no es una proyección abstracta; es una realidad que América Latina y El Caribe ya experimentan. «La intensidad y frecuencia de estos eventos han empeorado consistentemente desde que el Foro Económico Mundial comenzó a monitorearlos en el 2006″, refirió.
Eventos
El representante de
Marsh aseveró que la región está particularmente expuesta a esta nueva realidad climática. «En los últimos 24 meses, hemos presenciado sequías sin precedentes en el
Corredor Seco Centroamericano, lo que afecta la seguridad alimentaria de millones; así como inundaciones devastadoras en Brasil, que han puesto a prueba la infraestructura urbana de ciudades enteras», refirió.
Además, comentó, se presentaron huracanes de categorías cada vez más altas en el Caribe, con períodos de recuperación cada vez más cortos entre eventos. «Hemos observado cómo un solo evento extremo puede desencadenar múltiples crisis», precisó.
Resaltó entre estas disrupciones en cadenas de suministro crisis sociales, pues los eventos extremos exacerban la desigualdad, especialmente en comunidades vulnerables; y presión económica, ya que el aumento en la frecuencia de eventos impacta en la disponibilidad y costo de los seguros en sectores críticos.
«Tradicionalmente, nuestra región ha adoptado un enfoque reactivo ante los eventos climáticos. Sin embargo, los datos sugieren que este modelo ya no es sostenible. El costo de la recuperación posdesastre está creciendo exponencialmente, mientras que la ventana entre eventos se acorta, limitando nuestra capacidad de recuperación», anotó.
Momento de actuar
El ejecutivo afirmó que, de acuerdo con el
Informe de Riesgos Globales, este año presenta un panorama desafiante, pero no inevitable. «La clave está en transformar nuestra comprensión de los eventos climáticos extremos: de verlos como acontecimientos aislados a entenderlos como parte de una nueva normalidad que requiere una transformación fundamental en nuestra forma de operar», mencionó.
Agregó que los expertos en riesgos observan que las organizaciones que prosperarán en esta nueva realidad serán aquellas que no solo se preparen para el próximo evento, sino que también repiensen fundamentalmente su relación con el riesgo climático.
«La pregunta ya no es si ocurrirá un evento extremo, sino cuán preparados estamos para enfrentarlo y cuán rápido podemos recuperarnos», apuntó.
Suárez puntualizó que el futuro de América Latina y El Caribe dependerá de las acciones que se tomen hoy. «Estamos comprometidos a ser sus aliados en este viaje hacia una mayor resiliencia climática», manifestó.
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