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12:57 | Lima, mar. 20.
Hoy se celebra el Día Internacional de la Felicidad, un sentimiento que, en el caso del Perú, prevalece y se expresa de forma cotidiana en la población de Huancayo, capital del departamento de Junín. ¿Cuáles con las claves que convierten a la «Ciudad incontrastable» en la más feliz de nuestro país?
Huancayo es la sexta ciudad más habitada del Perú, con una población estimada en más de 550,000 habitantes y es considerada el centro económico y social del centro del Perú.
De acuerdo con el investigador social Jorge Yamamoto, quien ha estudiado el tópico de la felicidad en el Perú, los huancaínos tienen el índice más alto de este sentimiento en nuestro país.
Considera que uno de los rasgos de la personalidad de los huancaínos y huancaínas que sustenta su constante espíritu alegre es que tienen una autoestima, optimismo y sentido del trabajo y del progreso personal y colectivo muy por encima del promedio nacional, lo que se expresa en su innato perfil emprendedor que los convierte en excelentes negociantes.
Subraya que, gracias a esta habilidad innata para el comercio y los negocios en general, los habitantes de Huancayo tienen los mejores índices de bienestar y también dedican un gran espacio para la diversión.
Este carácter divertido que se expresa también en sus tradiciones, música, danzas y festividades costumbristas, donde el júbilo y el alborozo predominan en todo momento sin que nadie se sustraiga, asevera.
Este sentimiento suele expresarse en todas las actividades cotidianas y económicas, en las que la población de Huancayo transmite su orgullo regional en el que no hay espacio para sentirse menos que nadie. Por ejemplo, los taxistas huancaínos decoran alegremente sus vehículos y colocan calcomanías con frases como «Soy taxista y tú qué«, lo que evidencia que esta actividad laboral la desempeñan con beneplácito y no los avergüenza nunca.
La personalidad feliz de los huancaínos se fundamenta también en las entrañables y cohesionadas relaciones familiares y comunitarias, basadas en el ancestral Ayni, que convierten a su sociedad en una de las más solidarias y deseosas de brindar ayuda moral y material a sus parientes y paisanos cuando la necesitan.
Es tradicional que en los matrimonios y fiestas de cumpleaños celebrados en Huancayo y otras localidades del Valle del Mantaro, además de su duración de varios días y el festín de comida y bebida que se comparte, se aprecia la gran generosidad de los familiares de los novios y de las amistades en los onerosos e incontables obsequios expresados en sumas de dinero en efectivo, electrodomésticos, vehículos, propiedades inmuebles, entre otros.
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Asimismo, al asumir un cargo de responsabilidad como mayordomo o prioste de una celebración patronal, los huancaínos, apoyados por sus familiares, vecinos y paisanos se organizan con un marcado optimismo y se preocupan porque los participantes a la celebración en honor de la advocación de Jesús, la Virgen María y del santo patrón de su localidad se sientan siempre contentos y deseen repetir la satisfactoria experiencia.
La sincera y generosa hospitalidad de los huancaínos con los turistas que visitan la «Ciudad incontrastable» y su disposición a hacerles sentir como si estuvieran en su hogar es otra manifestación del genio feliz de esta población que nunca renuncia a la alegría y la sonrisa espontánea en cada actividad que realiza.
También juega un rol clave en el carácter feliz de los huancaínos y huancaínas la encantadora y bucólica geografía del Valle del Mantaro, pletórica de fértiles y coloridos campos de cultivo que proveen de toda clase de alimentos, flores y plantas medicinales, así como sus imponentes montañas y cumbres nevadas lideradas por el apu Huaytapallana, el protagónico río Mantaro y sus afluentes, su cautivante cielo azulado adornado con nubes que lucen como grandes copos de algodón, todo lo cual se corona con un clima acogedor durante todo el año que invita a disfrutar de cada rincón en este destino imperdible de la sierra central del Perú.
Finalmente, Yamamoto resalta que en Huancayo y en el Valle del Mantaro la felicidad es más patente gracias a que, en general, existe un casi nulo índice de lo que se denominada «La triada del mal«, conformada por el chisme, el egoísmo y la envidia que dificultan el bienestar familiar y social.
«Cuando un peruano surge, otro peruano lamentablemente lo va a envidiar. Esa envidia lo va a llevar a proferir chismes, hablar mal y poner trabas a quienes logran un determinado progreso. Así se reduce el altruismo y todos pierden. Sin embargo, en Huancayo y el Valle del Mantaro ocurre algo muy diferente e importante que debemos promover en el ámbito nacional. Cuando un huancaíno ve que su paisano u otro peruano progresa, en vez de atacarlo se motiva para trabajar mucho y también progresar. Así podemos apreciar que en esta parte del país hay un gran desarrollo económico y un nivel de inequidad mucho más bajo en comparación a otros lugares del Perú«, concluye.
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