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12:00 | Lima, jul. 27.
Por Luis Zuta Dávila
El reciente hallazgo de un esqueleto completo perteneciente a una mujer adulta en el sitio arqueológico Licapa II, ubicado en la región La Libertad, por parte de investigadores del Programa Arqueológico Chicama de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, confirma que este lugar funcionó como una urbe o asentamiento de artesanas y artesanos especializados y contribuye a conocer cómo vivía la población que no era gobernante ni de élite en la sociedad Mochica.
La osamenta humana, cuya antigüedad se estima alrededor del año 500 después de Cristo, fue descubierta dentro de una cámara funeraria situada debajo de la zona de excavación mientras los arqueólogos liderados por Henry Tantaleán y Carito Tavera –directores del Programa Arqueológico Chicama– profundizaban las excavaciones en el sitio Licapa II, localizado en el sector norte del valle de Chicama, que forma parte actualmente del distrito de Casa Grande, en la provincia liberteña de Ascope.
Licapa II es un complejo monumental de la cultura Mochica, con una importancia jerárquica menor en relación con el complejo El Brujo, ubicado a unos 10 kilómetros de allí.
«Al profundizar en las excavaciones se encontró una cámara funeraria compuesta de adobes y de forma rectangular, donde se encontró la osamenta de una mujer de unos 25 a 30 años, en posición extendida, decúbito dorsal o acostada sobre su espalda y cuyo cráneo orientado en dirección sur y sus pies hacia el norte, lo que es un típico patrón funerario Mochica», explicó el arqueólogo Henry Tantaleán en entrevista exclusiva con la Agencia de Noticias Andina.
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Mujer orfebre
Agregó que, junto el esqueleto, se encontró tres láminas lisas de cobre, una de ellas colocada sobre la boca y las otras dos en cada mano. «Es típico que en los enterramientos moche, desde las élites hasta los estamentos más bajos de la sociedad, se coloquen objetos en la boca de las personas enterradas. Las láminas de cobre encontradas eran, posiblemente, elementos en proceso de trabajo para convertirse o formar parte de otros artefactos metálicos«, indicó.
Añadió que estos objetos serían una ofrenda en un ritual de renovación de este espacio, muy propio de las culturas del antiguo Perú y muestra que las actividades artesanales abarcaban cerámica, textiles y también orfebrería.
Por su parte, la arqueóloga Carito Tavera destaca que se trata de los primeros restos humanos encontrados en Licapa II desde que el Programa Arqueológico Chicama empezó sus investigaciones en 2021. «Es la primera tumba que encontramos intacta y en buen estado de conservación en Licapa II. Este hallazgo revela que es mayor la antigüedad inicialmente estimada de Licapa II, de 600 a 800 años después de Cristo, cuando se produce el despegue en el desarrollo cultural mochica, llegando al año 500 después de Cristo«, precisó.
«Se trata de un espacio urbano, pero que también como ocurre con las huacas de La Luna y del Sol, dentro del centro urbano existen enterramientos humanos. En Licapa se están reproduciendo varios patrones arquitectónicos y funerarios mochica«, aseveró.
Respecto al significado del entierro de la artesana moche, Tavera argumentó que se trata de una «ofrenda al proceso de renovación de este espacio». Aclaró que la mujer no perteneció a un estrato social bajo, cuya población no se enterraba con objetos metálicos ni vasijas de cerámica, penachos u otros elementos elaborados. «Es muy probablemente una persona que estuvo trabajando en la misma zona y fue enterrada en su área de trabajo. Porque hay que pensar que los talleres en el pasado no solo eran lugares de producción, sino también de vivienda«, manifestó.
Lamentablemente, el entierro de la artesana no conserva prendas de vestir ni restos de cabello. «No se ha conservado la vestimenta, solo el cuerpo esqueletizado, sin cabellos. En otras condiciones de enterramiento si se conservan estos elementos, pero en este caso no», dijo.
Figurinas
La arqueóloga Carito Tavera dio a conocer también que en las excavaciones realizadas en Licapa II se están encontrando más de 20 ejemplares de «figurinas» u objetos de cerámica de pequeño tamaño con forma humana, en este caso femenina, que representan al personaje conocido como «La sacerdotisa«, una deidad mítica Mochica que está asociada con procesos de renovación del sistema de gobierno moche.
Otras imágenes femeninas se distinguen por sus orejeras, trenzas o cabello suelto, con vestido y en sus manos portan un Tumi o cuchillo ceremonial. En otros casos cargan un cántaro.
«La presencia de estas figurinas a lo largo de las diferentes fases arquitectónicas en Licapa II es probable que estén asociadas a procesos de renovación y de nueva vida al lugar con una perspectiva bastante clásica de dejar a los elementos femeninos como dadores de vida», expresó.
Recordó que, hasta donde se sabe, Licapa II surge luego de la caída del sitio arqueológico El Brujo. «No sería raro que la aparición de la figura de la sacerdotisa haya estado relacionada con la renovación del poder Mochica en este nuevo lugar. Las nuevas élites surgieron tras la decadencia de El Brujo«, subrayó.
Conocer cómo vivían los moradores de Licapa II
Ambos arqueólogos destacaron que la importancia de este descubrimiento radica en que hasta ahora lo que se había descubierto sobre la civilización Mochica estaba vinculado a la élite gobernante: pirámides, fortificaciones militares y centros administrativos, pero no se había detectado asentamientos urbanos donde residieron poblaciones dedicadas a labores artesanales especializadas, como ocurre con Licapa II, según indican los vestigios que se están encontrando.
Asimismo, dijo que se desconocía hasta ahora que en este lugar había orfebrería. «A lo mucho se sabía que había cerámica y quizás textiles. Pero con estos hallazgos estamos evidenciando que hubo producción metalúrgica en este asentamiento urbano mochica», anotó.
«El sitio de Licapa II nos está mostrando todo lo que constituyó la alimentación cotidiana de la población que estuvo allí. Con el hallazgo de estos restos humanos se podrá realizar análisis isotópicos a los huesos, exámenes que son bastante especializados para identificar si estas personas, como la artesana enterrada, vivían realmente en este centro urbano o provenía de otro lugar, como la parte alta del valle, y fue conducida hasta Licapa II solo para trabajar«, manifestó.
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Saber si hubo migración
«El hallazgo de tumbas en este proyecto ya no va tanto con la perspectiva clásica de la arqueología Mochica en la que se buscaba la gran tumba, sino que nos permite profundizar sobre las formas como la población se movía en el territorio, si migraba o no, qué calidad de vida tenía la gente que vivía en esa zona o, simplemente, eran otros grupos sociales que se beneficiaban con su trabajo. Los análisis de isótopos nos permiten saber si las personas cuando eran niños y niñas vivían en la parte alta del valle y luego bajaron. Vamos a ver con información científica si había movilidad poblacional o migración de la sierra a la costa y viceversa«, agregó.
Trabajo de campo hasta el 31 de julio
Tantaleán y Tavera adelantaron que se continuará profundizando en las excavaciones hasta el 31 de julio, cuando culmina el trabajo de campo en Licapa II. Luego de ello se cubrirá las áreas excavadas para proteger el sitio arqueológico, como establece el protocolo establecido por el Ministerio de Cultura, y se abandonará el lugar hasta el próximo año para retomar las excavaciones.
«Nos queda algunos días más de trabajo de campo y con esto se viene revelando fases mucho más antiguas que las encontradas antes. Este hallazgo da una mayor antigüedad al sitio y se sigue confirmando que, desde el comienzo, este sitio tenía un carácter urbano y de especialistas en cerámica y orfebrería, como lo demuestra las piezas muy finas encontradas, así como residuos sólidos domésticos y huesos de animales como la llama en espacios que funcionaron como cocinas, evidenciando una vida típica de una sociedad urbana mochica», finalizó Tantaleán.
A su vez, Carito Tavera afirmó que se va a tener una temporada más de excavación en Licapa II para seguir investigando y comprender con claridad el entramado urbano de este sitio, dado que las excavaciones vienen mostrando una gran complejidad de espacios arquitectónicos que no se habían visto antes.
«Están saliendo depósitos conectados entre sí, asociados a pasadizos y por ello vale la pena continuar con las excavaciones para poder comprender mejor este lugar. Licapa II es un sitio bastante complejo porque, después de las excavaciones en la huaca de La Luna, no se ha excavado otro conjunto urbano tan complejo a nivel arquitectónico como Licapa II. Es la única excavación a gran escala que está mostrando cómo vivieron los moche después del gran proyecto de huaca de La Luna. El eje conductor de esta investigación es conocer cómo el estado Mochica organizó la vida cotidiana de las personas que no son gobernantes«, enfatizó.
Equipo de investigación
El equipo del Programa Arqueológico Chicama, liderado por los arqueólogos Henry Tantaleán y Carito Tavera, está conformado también por el arqueólogo José Román, quien cursa una maestría en la Universidad La Sorbona de París, Francia, y se encarga del análisis bioarqueológico de los restos de fauna encontrada en Licapa II pertenecientes en su mayor parte a huesos de camélidos como la llama que, todo indica, formó parte de la dieta de los pobladores de Licapa II, siendo su principal fuente de proteína.
Asimismo, los arqueólogos Alex González y Amaya Aguirre, de la Universidad de Autónoma de Barcelona; y la bachiller en Arqueología Diana Huachaca, de la Universidad Nacional San Antonio Abad del Cusco. Asimismo, cuentan con el apoyo de operarios seleccionados de la población local.
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